Los biomateriales cobran fuerza en Chile como una respuesta innovadora que fusiona sustentabilidad y creatividad. &iquest;C&oacute;mo se est&aacute;n desarrollando estas sustancias en el dise&ntilde;o y vestuario, y c&oacute;mo se enfrentan al futuro?

En un pa&iacute;s con gran riqueza natural, donde las algas cubren las costas del Pac&iacute;fico y los frutos crecen con facilidad en los bosques del sur, los biomateriales naturales &ndash;sustancias desarrolladas a partir de materia prima biol&oacute;gica&ndash; surgen como una respuesta l&oacute;gica y urgente ante los desaf&iacute;os medioambientales.&nbsp;
Hongos, algas, frutas y hasta moluscos son algunos de los muchos recursos que se pueden utilizar para crear nuevos materiales biodegradables que minimizan el impacto en el entorno. En Chile, cada vez son m&aacute;s las personas que experimentan en este campo y que transforman parte de la naturaleza en objetos de dise&ntilde;o, piezas decorativas, accesorios e incluso vestimenta.&nbsp;

Todo comienza en la cocina&nbsp;
Medir, calentar, ebullir y revolver son todas acciones tan propias de la cocina como de la experimentaci&oacute;n con biomateriales. Quienes se adentran en la indagaci&oacute;n con biomateriales coinciden en que es un proceso muy parecido al culinario, espec&iacute;ficamente a la cocina molecular. En ambos casos la clave est&aacute; en la precisi&oacute;n de las temperaturas, los tiempos de cocci&oacute;n y las reacciones qu&iacute;micas para transformar la materia prima.
En la cocina molecular se experimenta con las propiedades f&iacute;sicas y qu&iacute;micas de los ingredientes para conseguir nuevas texturas, formas y sabores. Con los biomateriales ocurre algo similar: se manipulan materias primas biol&oacute;gicas para convertirlas en objetos o nuevas materialidades que pueden ser aplicados en diferentes campos e industrias, ya sea alternativas al pl&aacute;stico, textiles, cer&aacute;micas y muchas otras posibilidades m&aacute;s.&nbsp;
A trav&eacute;s de esta conexi&oacute;n fue que la dise&ntilde;adora <a href="https://www.instagram.com/caro.pa.ch.eco/">Carolina Pacheco</a> pudo explorar el mundo de los biomateriales en 2017, mientras estaba en la universidad. &ldquo;Mi investigaci&oacute;n fue 100% en torno a trabajar con materiales derivados de algas. En el curso fui investigando, viendo los v&iacute;nculos que hab&iacute;a entre, por ejemplo, la gastronom&iacute;a molecular&rdquo;, menciona. El ramo de biodise&ntilde;o que cursaba en ese entonces no contaba con un qu&iacute;mico que los apoyara en sus investigaciones. Esto, sumado a que la escena nacional de los biomateriales no era tan avanzada, la llev&oacute; por un camino de experimentaci&oacute;n autogestionado. &ldquo;Era m&aacute;s bien ir jugando con estas recetas y ciertos procedimientos para crear materiales&rdquo;, dice.

<h4 style="text-align: justify;">&iquest;Por qu&eacute; biomateriales?</h4>
El dise&ntilde;o a partir de biomateriales es un &aacute;rea llena de experimentaci&oacute;n y demanda creativa. Si bien puede sonar complejo y de nicho, las motivaciones y proyectos que impulsan a los dise&ntilde;adores para incursionar en esta &aacute;rea son muy variados.&nbsp;
Para <a href="https://www.instagram.com/esparangua/">Alejandro Weiss</a>, arquitecto y cofundador del <a href="https://www.instagram.com/somoslabva/">Laboratorio de Biomateriales de Valdivia (LABVA)</a>, su exploraci&oacute;n &ldquo;nace de varias inquietudes que no necesariamente ten&iacute;an que ver con biomateriales&rdquo;. Todo comenz&oacute; en 2015, cuando migr&oacute; a Valdivia desde Santiago junto a Mar&iacute;a Jos&eacute; Besoain &ndash;arquitecta y cofundadora de LABVA&ndash; en una b&uacute;squeda por mejor calidad de vida y m&aacute;s conexi&oacute;n con la naturaleza. Desde ese deseo comenz&oacute; a cuestionarse los sistemas materiales: &ldquo;Nosotros, por ser arquitectos, naturalmente est&aacute;bamos cuestion&aacute;ndonos la manera de construir los materiales que se ocupan en las din&aacute;micas urbanas&rdquo;.&nbsp;
En este replanteamiento esencial llegaron a los sistemas alimentarios. Comenzaron a estudiar y trabajar con fermentos, con los que formaron ac&eacute;tica &ndash;componente principal del vinagre&ndash; y descubrieron formas de preservaci&oacute;n. Gracias a esto, y a la lectura de experimentos internacionales, descubrieron que, a trav&eacute;s de algunos tipos de fermentaciones pod&iacute;an generar subproductos materiales. Con el maqui, un fruto caracter&iacute;stico de la zona, llegaron a &ldquo;un biotextil muy parecido al cuero (&hellip;), con el cual se pueden hacer boinas, chaquetas y accesorios&rdquo;, explica el arquitecto.

En el caso de la dise&ntilde;adora Carolina Pacheco, la motivaci&oacute;n detr&aacute;s de estos ocho a&ntilde;os de incursi&oacute;n y trabajo en esta &aacute;rea recaen en el tipo de profesional que quiere ser, &ldquo;&eacute;ticamente es lo que quiero hacer, es con lo que me siento bien dise&ntilde;ando. As&iacute;, aporto mi granito de arena&rdquo;. Una motivaci&oacute;n que tom&oacute; mayor fuerza en 2019 con <a href="https://www.instagram.com/cal.careo/">&ldquo;Calc&aacute;reo&rdquo;</a>, un proyecto con el que explor&oacute; el desarrollo de nuevos procesos de fabricaci&oacute;n en dise&ntilde;o a partir de un biomaterial creado con conchas y alginato &ndash;biopol&iacute;mero presente en la algas pardas&ndash;. El material, con propiedades parecidas a la cer&aacute;mica, se deshace en contacto con el agua y se puede aplicar en moldes, piezas de dise&ntilde;o, entre otras.&nbsp;

Por otro lado, est&aacute;n quienes han encontrado en los biomateriales un espacio para expandir su creatividad. Margarita Talep, dise&ntilde;adora industrial y profesora de cursos de biomateriales y biodise&ntilde;o en las Escuelas de Arte, Dise&ntilde;o y Arquitectura de la Universidad Diego Portales, comenz&oacute; en 2016 a crear vasijas a partir de case&iacute;na &ndash;prote&iacute;na de la leche&ndash; y, m&aacute;s tarde, con algas. A trav&eacute;s de su proceso de experimentaci&oacute;n destaca una caracter&iacute;stica muy especial que no ha encontrado en otros materiales como la madera o el metal: &ldquo;Lo que me llama la atenci&oacute;n de los que son biodegradables es que est&aacute;n muy poco explorados y son demasiado sensibles&rdquo;. Una particularidad que, junto a distintos tipos de secados, le ha permitido crear piezas de formas irrepetibles: &ldquo;Las algas son un material que resalta mucho m&aacute;s porque adquiere una textura que no es como los dem&aacute;s&rdquo;.&nbsp;

Por el mismo camino de la creatividad, el dise&ntilde;ador de vestuario <a href="https://www.instagram.com/josehaberland/">Jos&eacute; Haberland</a> encontr&oacute; una nueva alternativa para sus creaciones. A inicios de la pandemia, en 2020 &ndash;cuando cursaba su segundo a&ntilde;o de dise&ntilde;o de vestuario&ndash;, con la escasez de materiales y la obligatoriedad de no poder salir, comenz&oacute; a experimentar desde su casa con gelatina, glicerina y agua gracias a tutoriales de YouTube. Con el tiempo, y el perfeccionamiento de la t&eacute;cnica, esta f&oacute;rmula de biomateriales se volvi&oacute; la clave de su sello personal. &ldquo;Estaba en busca de mi herramienta, de mi firma, algo que me distinga&rdquo;, aclara.
Como parte de su prop&oacute;sito constante de unir creatividad y sostenibilidad, la dise&ntilde;adora Priscilla Huaman y el artista multimedia Diego Y&aacute;&ntilde;ez, directores creativos de la marca <a href="https://www.instagram.com/huaman.autor/">Huaman</a>, incursionaron en el mundo de los biomateriales en 2021. &ldquo;Busc&aacute;bamos una l&iacute;nea que pudiera tomar en cuenta la problem&aacute;tica del consumo contempor&aacute;neo, del fast fashion&rdquo;, menciona Diego. Fue as&iacute; como, con la ayuda de una bi&oacute;loga argentina, llegaron a experimentar con agar-agar proveniente de algas pardas y te&ntilde;idos org&aacute;nicos a base de nogal, granos de caf&eacute;, t&eacute; verde y eucalipto.&nbsp;

<h4 style="text-align: justify;">Creatividad y biomateriales</h4>
Pensar que un molusco, alga o fruto se convierta en un accesorio, prenda de vestir o pieza decorativa suena casi irreal. Sin embargo, en la actualidad es una posibilidad que cada vez va en mayor desarrollo. Crear con biomateriales es un proceso exigente que requiere de observaci&oacute;n y experimentaci&oacute;n constante. Cada material reacciona distinto, y requiere de cuidados, temperaturas y muchos otros factores que dependen de cada materia prima.&nbsp;
Las vasijas de algas de Margarita Talep nacen a partir de una t&eacute;cnica que la dise&ntilde;adora lleva perfeccionando desde hace nueve a&ntilde;os. Si bien en un principio intent&oacute; con distintos materiales, finalmente con las algas logr&oacute; encontrar la resistencia y transparencia que caracterizan a sus piezas. La t&eacute;cnica consiste en llevar a ebullici&oacute;n la mezcla de la materia prima en polvo y agua. Luego se le agregan los pigmentos y, una vez que alcance la etapa de gel, donde el material no est&aacute; l&iacute;quido, pero s&iacute; fresco, se le da la forma. Una etapa que, seg&uacute;n Margarita, presenta las mayores dificultades: &ldquo;Ah&iacute; es lo complejo porque, como trabajo con agua, cuando las piezas son muy grandes, de pronto hay dos litros de agua suspendidos en el aire (&hellip;), generalmente se rompen, se va todo abajo&rdquo;.
En el caso de Carolina Pacheco, uno de sus proyectos m&aacute;s recientes fue la creaci&oacute;n de prendedores junto a la dise&ntilde;adora Martina Palominos. El material se cre&oacute; a partir de algas, y el proceso requiri&oacute; generar una l&aacute;mina a la que luego se le dio forma con m&aacute;quinas de corte l&aacute;ser. As&iacute; generaron hojas y lentejuelas que conformaron los accesorios. Solo produjeron sesenta piezas, y todas se vendieron. Una creaci&oacute;n que, de acuerdo con Carolina, simboliza el significado de trabajar con biomateriales: un proceso consciente que busca visibilizar el origen del material y a las personas que estuvieron detr&aacute;s de ello.

En LABVA, Alejandro Weiss y su equipo llevan m&aacute;s de siete a&ntilde;os trabajando con un biotextil que proviene de la fermentaci&oacute;n. Se trata de un material rugoso pero maleable al mismo tiempo, con el cual han desarrollado boinas y billeteras. Se obtiene a trav&eacute;s de fermentaciones, en las que trabajan bacterias y levaduras, con las que se genera celulosa, &ldquo;misma celulosa que tienen los &aacute;rboles&rdquo;, aclara Alejandro. Esto es lo que luego se convierte en la materia prima con la que se genera el cuero bacteriano.&nbsp;
Hoy en d&iacute;a el laboratorio contin&uacute;a perfeccionando su t&eacute;cnica con este biotextil, mejorando las propiedades del mismo material. Un proceso lento, asegura el arquitecto, debido a la escasez de informaci&oacute;n y equipamiento. &ldquo;Pensemos en cualquier otro material disponible hoy en el mercado, esos materiales tienen a&ntilde;os y a&ntilde;os de experimentaci&oacute;n e innovaci&oacute;n. Estamos en ese proceso, que es mucho m&aacute;s lento porque no hay tanta informaci&oacute;n al respecto y no hay tantos equipos que permitan explorar esas caracter&iacute;sticas de lo bio&rdquo;, menciona.&nbsp;

En el &aacute;mbito de la moda, antes de llegar a su f&oacute;rmula actual, Jos&eacute; Haberland prob&oacute; con materiales org&aacute;nicos como c&aacute;scaras de huevo y naranjas, pero no obten&iacute;a el resultado deseado. Fue con la mezcla de gelatina y glicerina, que hoy caracteriza su trabajo, que encontr&oacute; un material con el cual pudo moldear sus proyectos.&nbsp;
El proceso del dise&ntilde;ador comienza con la cocci&oacute;n de la mezcla, que luego vierte en placas de vidrio para convertirla en pel&iacute;culas. Dependiendo de la creaci&oacute;n, le siguen aplicaciones de calor, costuras y color. Con el paso del tiempo sus creaciones se han elevado a piezas escult&oacute;ricas, pecheras y vestidos de colores intensos, pero cristalinos al mismo tiempo.&nbsp; &ldquo;Las caracter&iacute;sticas est&eacute;ticas del material son superespeciales y tambi&eacute;n un poco desconocidas. Tiene un brillo muy especial, parecen casi joyas&rdquo;, destaca el dise&ntilde;ador sobre el biomaterial con el que trabaja.&nbsp;
Por su parte, <a href="https://www.instagram.com/huaman.autor/">Huaman</a> aplic&oacute; sus exploraciones con algas &ndash;espec&iacute;ficamente con el alginato proveniente del cochayuyo&ndash; en una colecci&oacute;n c&aacute;psula dentro de su l&iacute;nea experimental llamada &ldquo;Ef&iacute;mera&rdquo;. A trav&eacute;s de una mezcla de alginato, agua y glicerina formaron un material viscoso que luego se transform&oacute; en un biohilo. Un material que luego requiri&oacute; un arduo trabajo de tejido en h&uacute;medo para formar ponchos y pecheras, un proceso que, seg&uacute;n Priscilla, tom&oacute; un mes y medio. &ldquo;Es un trabajo bastante artesanal y al mismo tiempo, obviamente, de un costo alto (&hellip;) Son como piezas de arte&rdquo;, aclara la dise&ntilde;adora.&nbsp;

<h4 style="text-align: justify;">El futuro</h4>
Si bien los biomateriales han avanzado progresivamente durante los &uacute;ltimos diez a&ntilde;os en Chile, a&uacute;n se mantienen en un terreno experimental y de menor escala, lejos del nivel de producci&oacute;n que existe en algunos pa&iacute;ses de Europa, donde est&aacute;n presentes en algunos de los sistemas de producci&oacute;n consolidados como el packaging. Alejandro Weiss considera que Chile est&aacute; muy bien posicionado en Latinoam&eacute;rica, pero hay ciertas barreras de producci&oacute;n que no se han logrado cruzar. &ldquo;Somos una masa cr&iacute;tica muy peque&ntilde;a; normalmente los proyectos que est&aacute;n enfocados principalmente en una ganancia econ&oacute;mica pura y dura, no pueden estar en Chile, necesitan escalar, necesitan irse&rdquo;, explica.
Pese a este panorama, quienes trabajan en este campo concuerdan que, de momento, la misi&oacute;n de los biomateriales en Chile va m&aacute;s all&aacute; de su masividad. Seg&uacute;n la dise&ntilde;adora Carolina Pacheco, estas sustancias surgen a partir de un proceso de exploraci&oacute;n artesanal y consciente, con el que se pueden generar nuevas conversaciones sobre c&oacute;mo y a base de qu&eacute; se producen los objetos presentes en nuestro d&iacute;a a d&iacute;a.&nbsp; &ldquo;En Chile, el mayor valor es a trav&eacute;s de la generaci&oacute;n de piezas que ayuden a empatizar con el material, empatizar con los organismos vivos y empatizar con las personas que est&aacute;n detr&aacute;s de ello&rdquo;, menciona.

En este sentido, Alejandro Weiss se muestra positivo ante la inserci&oacute;n de los biomateriales en la industria de la moda. Un campo que, seg&uacute;n &eacute;l, es uno de los m&aacute;s receptivos gracias a su impronta cultural: &ldquo;Lo textil tiene esa capacidad de vincularlo narrativamente de una manera mucho m&aacute;s potente y de transmitir o asignarle ese valor a este nuevo material&rdquo;.&nbsp;
Porque, tal como concluye el arquitecto, el potencial de los biomateriales no solo recae en su car&aacute;cter creativo o t&eacute;cnico, sino que es un camino que urge tomar: &ldquo;Los biomateriales de alguna manera son el futuro. O sea, no concebimos un planeta que aguante mucho tiempo m&aacute;s con una din&aacute;mica extractivista como la que tenemos hoy&rdquo;.&nbsp;

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