En la escena del arte neoyorkino, este fot&oacute;grafo chileno no sabe qui&eacute;n es qui&eacute;n &ndash; y no le importa. O, quiz&aacute;s, m&aacute;s importante a&uacute;n: no lo necesita. En esta marat&oacute;n, Mat&iacute;as Alvial lleva la delantera.&nbsp;

A los 17 a&ntilde;os, <a href="https://www.instagram.com/matialvial/">Mat&iacute;as Alvial (25)</a> le dijo a sus padres que quer&iacute;a quedarse en Estados Unidos. Juntos, llevaban tres a&ntilde;os viviendo en Miami debido al trabajo de ingenier&iacute;a de su pap&aacute;. &ldquo;Ya&rdquo;, le respondieron incr&eacute;dulos. &ldquo;Si quieres, arr&eacute;glatelas&rdquo;.&nbsp;
Pensaron que no podr&iacute;a. A&uacute;n no dimensionaban con qui&eacute;n estaban lidiando.&nbsp;
***
Por Zoom desde la Gran Manzana, relata los hechos como una avalancha. Uno tras otro, se apilan y confluyen en una mezcolanza de oportunidades, instinto, casualidad y determinaci&oacute;n.&nbsp;
Por supuesto, lo logr&oacute;: esa vez, hace ocho a&ntilde;os, recurri&oacute; a sus compa&ntilde;eros de colegio y les pregunt&oacute; a cada uno si pod&iacute;a quedarse con ellos mientras su familia volv&iacute;a a Chile. Result&oacute; ser que una amiga ecuatoriana arrendaba una pieza y el resto, como dicen, es historia. El joven Mat&iacute;as se hab&iacute;a enamorado sin retorno &ndash;literalmente&ndash; del arte.&nbsp;

<h2 style="text-align: justify;">Plop!</h2>
A trav&eacute;s de los p&iacute;xeles de la videollamada, Alvial exhibe la imagen de fondo que adorna su celular: un dibujo de Condorito. &ldquo;Realmente me ha ayudado ser chileno&rdquo;, dice entre risas. &ldquo;Dejo a la gente plop!&rdquo;.&nbsp;
A lo que se refiere es a esa sensaci&oacute;n de esp&iacute;a que lo embarga &ndash; de ser un desconocido que participa del mundo del arte pero lo observa con distancia, sin realmente pertenecer a &eacute;l. &ldquo;En Nueva York hay muchas reglas que no se hablan, cosas que uno aprende estando all&aacute;. Cuando llegas y no sabes nada, es muy f&aacute;cil echarlo a perder&rdquo;, explica. &ldquo;Me ayuda mucho ser el huaso que llega a una ciudad nueva y no entiende nada y todo lo trata igual, porque no es lo com&uacute;n. La gente queda como, &lsquo;ay qu&eacute; lindo, no cacha nada&rsquo;. Me da un cierto encanto. Al final del d&iacute;a, creo que esa honestidad es muy rara de encontrar&rdquo;.&nbsp;
La verdad no es ni su primera ni su segunda naturaleza, es todo y lo &uacute;nico. Apenas pudo, se mud&oacute; a Nueva York para estudiar en la NYU. All&iacute;, dice, tom&oacute; una clase de fotograf&iacute;a donde jam&aacute;s present&oacute; un solo trabajo, sino que se dedic&oacute; exclusivamente a conversar con la profesora. &ldquo;Le dec&iacute;a, &lsquo;profe, &iquest;c&oacute;mo se hace un artista?&rsquo;&rdquo;, recuerda. &ldquo;Y ella me dijo una vez: &lsquo;Mat&iacute;as, deja de preguntar tantas hue&aacute;s. Hazlo, no m&aacute;s&rsquo;&rdquo;. Al d&iacute;a siguiente, hab&iacute;a aceptado un trabajo de verano como asistente de <a href="https://www.instagram.com/lyleashtonharris/?hl=en">Lyle Ashton Harris</a>, renombrado artista norteamericano con exposiciones en el MoMA, el <a href="https://www.guggenheim.org/artwork/artist/lyle-ashton-harris">Guggenheim</a>, el Pompidou y el Tate Museum, entre otros.&nbsp;
En su primer d&iacute;a, pas&oacute; la prueba. Cuando Harris le pregunt&oacute; al equipo si les gustaba una composici&oacute;n que estaba preparando, Alvial fue el &uacute;nico en responder que no. &ldquo;Mor&iacute;&rdquo;, dice haber pensado en ese momento. Pero supo defenderse: comenz&oacute; a mover las piezas que colgaban de una pizarra de corcho y arm&oacute; un collage distinto, en base a sus propias preferencias de l&iacute;neas y color. &ldquo;Todo el mundo qued&oacute; como plop&rdquo;, asegura.&nbsp;
En su caso, la ignorancia es una bendici&oacute;n. &ldquo;Yo no sab&iacute;a el nivel ni el legado de este caballero para el que trabajo ahora. &Iacute;bamos por la calle y todo el mundo lo saludaba. Yo como, '&iquest;qui&eacute;n es ese?' Y me dicen, &lsquo;Ah, este es el director del MoMA&rsquo; o &lsquo;este que dirigi&oacute; tal pel&iacute;cula que gan&oacute; tres &Oacute;scar&rsquo;. Y yo como, &lsquo;dale&rsquo;. En Nueva York no s&eacute; qui&eacute;n es qui&eacute;n, como que es solo gente. Me ayuda mucho ser huaso y tratar a todos con normalidad&rdquo;.&nbsp;

<h2>Correr la marat&oacute;n</h2>
Mat&iacute;as hab&iacute;a llegado al mundo del arte pero &eacute;l, t&eacute;cnicamente, a&uacute;n no lo era. De todas formas, nunca sinti&oacute; ansiedad al respecto. A los 14 a&ntilde;os hab&iacute;a pintado su primer cuadro y ni sus padres ni la profesora de arte le creyeron que era de su autor&iacute;a. No estaba asustado &ndash; la respuesta eventualmente se presentar&iacute;a ante &eacute;l.&nbsp;
Ese verano, Ashton Harris se transform&oacute; en su mentor. &ldquo;Como yo no ten&iacute;a un background de artista, me ense&ntilde;aba mucho, y realmente se enojaba.&nbsp; Me dec&iacute;a, &lsquo;&iquest;c&oacute;mo no conoces a&hellip;?&rsquo;, y yo le respond&iacute;a: &lsquo;Se&ntilde;or, yo no estudi&eacute; esto&rsquo;. Ah&iacute; se acordaba, &lsquo;ah, es verdad&rsquo;&rdquo;. Comenz&oacute;, entonces, su proceso de educaci&oacute;n informal. Su jefe le daba libros, nombres, tareas y teor&iacute;as que Alvial estudiaba en sus ratos libres. &ldquo;Dije, &lsquo;bueno, si hay gente que paga miles de d&oacute;lares por aprender estas cosas, las leo yo gratis&rsquo;&rdquo;.&nbsp;

La primera gran tarea de Alvial como asistente consisti&oacute; en archivar cientos de rollos de fotograf&iacute;a de los a&ntilde;os 80 y 90. &ldquo;Por eso me familiaric&eacute; mucho con la idea de capturar&rdquo;, anuncia hoy en el presente. Sin siquiera poseer una c&aacute;mara propia, su punto de vista fotogr&aacute;fico comenzaba a desarrollarse. Con cada evento, fiesta, gala o cena que asist&iacute;a como acompa&ntilde;ante de su jefe, m&aacute;s se hac&iacute;a evidente cu&aacute;n disruptora resultaba la radical sinceridad de Alvial en la burbuja art&iacute;stica de Nueva York. "Me gusta experimentar socialmente lo que puedo hacer. Poder decir, 's&iacute;, fui aceptado y no pertenezco'&rdquo;, explica. &ldquo;Es muy pretencioso decirlo, pero yo siempre he pensado que mi forma de arte &ndash;m&aacute;s que la fotograf&iacute;a, m&aacute;s que la pintura&ndash; son las relaciones interpersonales. Es decir, las amistades&rdquo;.&nbsp;
&ldquo;El mundo del arte, m&aacute;s que nada, es una marat&oacute;n. No una carrera&rdquo;, se&ntilde;ala. &ldquo;Y ser artista en Nueva York es f&aacute;cil si uno tiene plata y paciencia. Yo no tengo plata, pero tengo muy buenos amigos. Y eso se ve en mis fotos&rdquo;.&nbsp;

<h2 style="text-align: justify;">Sin secretos</h2>
Entre 2019 y 2020, se desencaden&oacute; una serie de eventos que, poco a poco, sellar&iacute;an el destino de Alvial como fot&oacute;grafo.&nbsp;En una visita fugaz a su familia en territorio nacional, tom&oacute; una c&aacute;mara an&aacute;loga Canon point and shoot que encontr&oacute; entre las cosas de su padre. &ldquo;Mi viejo la compr&oacute; en Nueva York el 2001, en Chinatown&rdquo;, cuenta. &ldquo;Justo donde yo revelo mis fotos ahora. La camarita volvi&oacute; a su casa&rdquo;.&nbsp;

Las multitudinarias manifestaciones de esos a&ntilde;os &ndash;tanto en Chile, por el estallido social, como en Estados Unidos, por la muerte de George Floyd&ndash; concentraron la atenci&oacute;n de Alvial en lo que m&aacute;s le ha atra&iacute;do siempre: la gente. M&aacute;s tarde, la pandemia s&oacute;lo exacerbar&iacute;a esa fijaci&oacute;n.&nbsp;
&ldquo;La &uacute;nica gente que qued&oacute; en la ciudad fue la gente que llamaba Nueva York su hogar. Gente que no pod&iacute;a escapar, que no ten&iacute;a alg&uacute;n lugar donde ir, que no se llevaba bien con su familia, gente que...&nbsp; No s&eacute;, qued&oacute; abandonada. Era la gente m&aacute;s aut&eacute;ntica que uno puede conocer&rdquo;, se&ntilde;ala.&nbsp;
Entre las protestas, los paseos al aire libre por el parque y las fiestas underground que comenzaron a surgir,&nbsp; Alvial descubri&oacute; que sus intereses se alineaban con los de otros. Empez&oacute; a tomar fotos de los espacios que visitaba y las personas que conoc&iacute;a. &ldquo;La realidad es esta: despu&eacute;s del COVID, estaban todos horny as fuck!&rdquo;, dice riendo. &ldquo;Hab&iacute;a una energ&iacute;a muy er&oacute;tica en el aire. Era un momento de rebeld&iacute;a &ndash; la vida no importa, el mundo se est&aacute; destruyendo. La gente viv&iacute;a muy hedon&iacute;sticamente&rdquo;.&nbsp;&nbsp;
Y hoy, aunque pareciera ser que la rutina volvi&oacute; y la vida recuper&oacute; su ritmo habitual, las im&aacute;genes que Alvial captura con su c&aacute;mara a&uacute;n mantienen la energ&iacute;a liberadora, &iacute;ntima y c&aacute;lida de la pospandemia, cuando el fin parec&iacute;a inminente y s&oacute;lo nos quedaba apoyarnos los unos en los otros. Rostros expresivos y sonrientes, atuendos estrafalarios, mares de gente que irradian cercan&iacute;a, autoexpresi&oacute;n y compa&ntilde;erismo.&nbsp;
&ldquo;Yo creo que la sociedad chilena es muy de secretos. O, al menos, mi familia era de mucho secreto. Yo tom&eacute; un enfoque totalmente opuesto: d&eacute;jame mostr&aacute;rtelo todo&rdquo;, enuncia.&nbsp;&ldquo;Creo que ser artista es ser vulnerable. Hay fotos muy &iacute;ntimas, muy personales, pero tambi&eacute;n hay fotos de mi almuerzo, de una caminata en el parque. Mucha gente se reconforta en la vulnerabilidad que significa poder compartir eso&rdquo;.&nbsp;

<h2>Documentar, documentar, documentar</h2>
Inspirado por el trabajo de artistas como Ryan McGinley &ndash;quien le tomaba Polaroids a cada persona que entraba en su taller&ndash;, Alvial se dedica con minuciosidad a documentar, desde su perspectiva y a trav&eacute;s de su lente, el Nueva York de hoy.&nbsp;
Sus registros ya han conquistado al mundo art&iacute;stico y editorial por igual. Sus <a href="https://matias.exposed/diary">exhaustivas colecciones de fotograf&iacute;as cotidianas</a> son actualizadas con diligencia todos los meses, siendo algunas de ellas seleccionadas para <a href="https://matias.exposed/bio">exhibici&oacute;n en diversas galer&iacute;as de la ciudad</a>. Medios como i-D, New York Magazine y Paper Magazine han publicado e incluso comisionado su trabajo. La moda es uno de sus m&aacute;s recientes territorios de conquista, siendo invitado por ciertas marcas de lujo como Jean Paul Gaultier, Acne Studios, Palomo Spain y Pandora para fotografiar sus fiestas y a las celebridades que asisten.&nbsp;

Pero sean de desconocidos, amigos cercanos, amantes o famosos, todos los retratos de Alvial transmiten esa cualidad tierna y amistosa que posee su lente. &ldquo;Lo que m&aacute;s me gusta es que la gente conf&iacute;a en m&iacute;&rdquo;, explica. &ldquo;Hay tanta historia de fot&oacute;grafos que se aprovechan de sus modelos&hellip; Yo no. T&uacute; no tienes que hacer nada que no quieras hacer&rdquo;. Y concluye: &ldquo;Yo estoy aqu&iacute; para hacerlos sentir bien&rdquo;.&nbsp;

Déjame mostrártelo todo: la fotografía de Matías Alvial

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