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<p><span>El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza reúne por </span><span>primera </span><span>vez en España más de cien obras de estos dos </span><span>gigantes </span><span>del siglo XX. Una exposición que invita a mirar más allá de los clichés y descubrir la </span><span>complejidad </span><span>de sus universos. </span></p>
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<p><span>&iquest;Qué tienen en común Jackson Pollock y Andy Warhol? A primera vista, poco: <strong>el primero es sinónimo de </strong></span><strong>dripping</strong><span><strong>, gestualidad y abstracción; el segundo, del brillo pop y de la cultura de masas reproducida en serie</strong>. Sin embargo, la<strong> nueva exposición</strong> del <strong>Museo Nacional Thyssen-Bornemisza</strong> propone otra lectura, una que revela puntos de encuentro inesperados entre estos dos artistas fundamentales. </span></p>
<p><span>La muestra &ndash;abierta del 21 de octubre al 25 de enero de 2026&ndash;<strong> reúne más de cien obras</strong> procedentes de treinta instituciones de Norteamérica y Europa, muchas de ellas nunca vistas en España. Entre los nombres que acompañan a Pollock y Warhol están Lee Krasner, Helen Frankenthaler, Marisol Escobar, Sol LeWitt, Cy Twombly, Robert Rauschenberg y Mark Rothko, ampliando el diálogo a toda una generación que redefinió el lugar de la pintura en el mundo contemporáneo. </span></p>
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<p style="text-align: justify;"><span>Más allá de los grandes nombres, el eje de la exposición es el espacio. Pollock y Warhol, cada uno a su manera, cuestionaron la frontera entre fondo y figura, transformaron la tela en un lugar de repetición, serialidad y, en ocasiones, de camuflaje. La<strong> aparente frialdad de Warhol</strong> o el<strong> caos gestual de Pollock </strong>se revelan aquí como estrategias conscientes para explorar la memoria, lo autobiográfico y la relación del espectador con la obra. </span></p>
<p style="text-align: justify;"><span>Piezas como </span><span>Marrón y plata I</span><span>, de Pollock; </span><span>Express</span><span>, de Rauschenberg, y </span><span>Sin título </span><span>(verde sobre morado), de Rothko, forman parte de este recorrido que es, a la vez, un viaje histórico y sensorial. Más que una exposición, es una invitación a mirar de nuevo, a descubrir en Pollock algo más que un &ldquo;maestro abstracto&rdquo; y en Warhol algo más que el cronista desapasionado de la cultura pop. </span></p>
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Pollock y Warhol: El espacio como enigma

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