Durante d&eacute;cadas, Azzedine Ala&iuml;a reuni&oacute; en secreto la mayor colecci&oacute;n privada de moda en el mundo; ahora se revela al p&uacute;blico en un nuevo libro.

Cuentas met&aacute;licas brillan bajo l&aacute;mparas plateadas y proyectan su luz sobre muselinas esculpidas. Los vestidos bandeau ligeramente abiertos dejan ver las cintas de terciopelo de los maniqu&iacute;es. Un vestido de punto con capucha, de acetato de color terracota, deja ver, si se mira con atenci&oacute;n, un tejido de canal&eacute; ligeramente desgastado. En septiembre de 2013 se inaugur&oacute; la primera gran instalaci&oacute;n muse&iacute;stica de la obra de Azzedine Ala&iuml;a, instalada en el Palais Galliera del Museo de la Moda de Par&iacute;s.
&ldquo;Una retrospectiva es siempre un gran honor, especialmente cuando tiene lugar durante tu vida&rdquo;, dijo el dise&ntilde;ador en ese momento. Ah&iacute; comienza a hablar de su deseo de crear una fundaci&oacute;n para presentar su archivo de moda &mdash;tan comentado pero nunca visto&mdash;, el que comenz&oacute; en 1968 y que incluye, entre otros, a Balenciaga, Schiaparelli y Madame Gr&egrave;s. Ante una sala llena de colegas, amigos y fans, Ala&iuml;a declar&oacute; que "se trata de preservar nuestro patrimonio". Once a&ntilde;os despu&eacute;s de la retrospectiva y siete despu&eacute;s de la muerte de Ala&iuml;a se publica un libro sobre la amplia colecci&oacute;n vintage del dise&ntilde;ador, editado por Thames &amp; Hudson, en colaboraci&oacute;n con la Fondation Azzedine Ala&iuml;a. La colecci&oacute;n incluye m&aacute;s de 20.000 prendas, accesorios, bocetos, invitaciones a desfiles de moda, fotograf&iacute;as, facturas y m&aacute;s: el propio Ala&iuml;a desconoc&iacute;a el n&uacute;mero real de prendas y los archiveros de la fundaci&oacute;n contin&uacute;an inventariando y restaurando las piezas. &ldquo;Presentar esta colecci&oacute;n al p&uacute;blico es una forma de rendir homenaje a uno de los m&aacute;s grandes modistos de la historia y a la moda misma&rdquo;, afirm&oacute; la alcaldesa de Par&iacute;s, Anne Hidalgo. El libro contiene piezas in&eacute;ditas de Paul Poiret, Jeanne Lanvin, Rei Kawakubo, John Galliano y m&aacute;s, as&iacute; como informaci&oacute;n exclusiva sobre el dise&ntilde;ador por parte de los archiveros de la fundaci&oacute;n: Olivier Saillard, Ariel Stark-Ferr&eacute; y Robinson Boursault. Los ensayos incluyen una mirada al viaje de Ala&iuml;a desde que era dise&ntilde;ador principiante hasta convertirse en artesano respetado; una mirada a su obsesi&oacute;n por los modistos estadounidenses y un homenaje a su pasi&oacute;n por los documentos, desde facturas hasta invitaciones a desfiles de moda. Para muchos dise&ntilde;adores, acumular ropa viene desde la intuici&oacute;n, apreciaci&oacute;n o incluso placer sensorial. El propio Balenciaga coleccionaba curiosidades en los mercadillos de Par&iacute;s y en tiendas de segunda mano de Madrid. Si bien la &eacute;tica del dise&ntilde;o de Ala&iuml;a era estructural, sensual y un poco punk, su enfoque sobre el coleccionismo consisti&oacute; en una investigaci&oacute;n silenciosa y rigurosa; a menudo superaba las ofertas de los directores y curadores de museos. Incluso la escritura de compra est&aacute; obsesivamente documentada, con facturas de &eacute;poca y cat&aacute;logos antiguos conservados en los anales de la colecci&oacute;n. Esta sirve como una s&iacute;laba esencial de la moda: desde los modistos del siglo XIX (como Jacques Doucet) hasta los dise&ntilde;adores de los que quer&iacute;a aprender (como Coco Chanel) y los talentos contempor&aacute;neos que admiraba (como Alexander McQueen), presentados cronol&oacute;gicamente. La moda, seg&uacute;n Ala&iuml;a, era una forma de leer el tiempo. Tambi&eacute;n podr&iacute;a haber sido un enigma est&eacute;tico y antropol&oacute;gico. Dise&ntilde;adores franceses de fin de siglo como Madeleine Vionnet ocupan un lugar destacado y cada vez queda m&aacute;s claro por qu&eacute; Ala&iuml;a se sinti&oacute; atra&iacute;do por su trabajo.

Vestido de tul, jersey y viscosa con lazos y flecos, Comme des Garçons S/S 2014.

Vestido de noche en crepé de seda, tul y lentejuelas, ELSA SCHIAPARELLI 1934-35.

Vestido de noche en terciopelo de seda y falda de raso, CHARLES JAMES CA.

Vestido de noche y capa, Madeleine Vionnet, 1937.

Aqu&iacute; hay un vestido de seda color crema, con cuentas de vidrio bordadas en forma de friso de caballos y volutas de Vitruvio, un vestido de d&iacute;a con escena pastoril aplicada, y uno de noche confeccionado con franjas de organza y crep&eacute; de seda gris antracita, con mangas r&iacute;gidas de malla que recuerdan a las recientes ballerinas Ala&iuml;a. Estas prendas no son solo obras de artesan&iacute;a excepcional: requieren descifrado. &ldquo;Estudiando atentamente las costuras y decodificando los cierres, el experto modisto resolvi&oacute; el misterio de la obra de Vionnet&rdquo;, escribe Saillard. La curiosidad intelectual de Ala&iuml;a destaca en la p&aacute;gina y nos empuja a plantearnos una pregunta fundamental: &iquest;qu&eacute; significa que esta colecci&oacute;n &mdash;monumento al pasado y "s&iacute;mbolo de resistencia contra el olvido"&mdash; finalmente se haga p&uacute;blica a trav&eacute;s de este libro? &ldquo;Desde el punto de vista de la fundaci&oacute;n, estamos entrando en una fase de construcci&oacute;n para que estas colecciones &uacute;nicas reciban pronto el sello Mus&eacute;e de France", explica Saillard. &ldquo;Ala&iuml;a ha salvado un patrimonio para el mundo como ning&uacute;n otro antes. Es un deber que tenemos hacia &eacute;l". Las prendas hablan por s&iacute; solas, centr&aacute;ndose en la biograf&iacute;a del dise&ntilde;ador, m&aacute;s que en las cr&iacute;ticas. Se toman notas del sincero aprecio de Ala&iuml;a por cada dise&ntilde;ador, desde aquellos a quienes veneraba (como Christian Dior), hasta sus enemigos profesionales (como Jacques Fath). Este enfoque de la conservaci&oacute;n no solo nos da una idea de los principios del dise&ntilde;ador, sino tambi&eacute;n una lecci&oacute;n sobre c&oacute;mo podr&iacute;a ser un canon de la moda occidental, independientemente de su influencia o reputaci&oacute;n. Esto se puede comprobar sobre todo en una de las piezas m&aacute;s sublimes de la colecci&oacute;n: un abrigo de visita de principios de la d&eacute;cada de los 80 del siglo XIX, confeccionado en cachemira floral multicolor. Rayas brillantes de amarillo y turquesa se mezclan con flecos de seda y cubren un forro de tafet&aacute;n color ciruela, atado con una cinta de grosgrain. El dise&ntilde;ador simplemente figura como an&oacute;nimo, pero la pieza se presenta en el libro con el mismo cuidado que las piezas de dise&ntilde;adores como Chanel y Lanvin.

<h4 style="text-align: center;">Fotos por Patricia Schwoerer</h4>

Tesoros en papel

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