Tanto en verano como en invierno, el Valle de Aosta ofrece al visitante una cara distinta de Italia, m&aacute;s tranquila, con paisajes alucinantes y pueblecitos que parecen salidos de un libro de cuentos. El hotel Milleluci resume el charme y la hospitalidad de la regi&oacute;n.

Lejos de los centros tur&iacute;sticos como Roma, Florencia, Mil&aacute;n o Venecia que a lo largo del a&ntilde;o se ven invadidos al l&iacute;mite de los soportable, otra Italia, m&aacute;s serena, m&aacute;s &iacute;ntima, ofrece sus propios atractivos: el bell&iacute;simo valle de Aosta.
No puede decirse que esta zona del extremo norte del pa&iacute;s &ndash;lim&iacute;trofe con Francia y Suiza&ndash; sea un secreto. Turistas, por cierto, los hay, pero no en cantidad abrumadora. Los adorables pueblos esparcidos por el rico valle de los Alpes, como Etroubles, Bard, Cogne, Arnad, F&eacute;nis entre otros, con sus callecitas de piedra y en muchos casos, sus castillos, conservan su autenticidad y belleza. A donde se dirija la mirada, las monta&ntilde;as como el Mont Blanc, el Cervinio o el Monte Rosa, imponen sus siluetas verdes y lujuriosas en verano, cubiertas de nieve en invierno, as&iacute; como sus espectaculares lagos alpinos como el Blu o el Lago de Loie en el Parque Nacional del Gran Paradiso.
En el medio, la ciudad de Aosta, 34.000 habitantes, capital de la regi&oacute;n, fundada en el 25 AC con el nombre de Augusta Praetoria Salassorium. Aqu&iacute; no hay pinturas de Caravaggio, Rafael o Miguel &Aacute;ngel pero Aosta es famosa por su riqu&iacute;simo patrimonio arqueol&oacute;gico visible en toda la ciudad, como el Teatro Romano, el Arco de Augusto, la Porta Praetoria (antigua puerta de entrada romana todav&iacute;a en uso) y sus murallas y torres romanas en distintos puntos del centro.&nbsp; La historia de este lugar estrat&eacute;gico se vive a cada paso. Y a poco m&aacute;s de 1 kil&oacute;metro, sobre una colina, el encantador hotel Milleluci ofrece la vista de la ciudad y de las monta&ntilde;as.

Una antigua granja, transformada en restaurante, albergue y m&aacute;s adelante en un encantador hotel cuatro estrellas, sigue en manos de la misma familia desde hace cinco generaciones. Hoy, son dos hermanas&nbsp; -Erika y Cristina- quienes lo dirigen asistidas por un equipo enteramente femenino. El hotel debe su nombre &ndash;Milleluci (mil luces)&ndash; a su abuela que describ&iacute;a as&iacute; la vista de las luces de la ciudad&nbsp; por la noche.
Y, realmente, el efecto, por la noche es encantador.
Situado en medio de la naturaleza, el hotel, cuya estructura exterior de piedra y madera refleja el estilo tradicional de la regi&oacute;n, evoca una caba&ntilde;a de monta&ntilde;a. Las treinta habitaciones est&aacute;n decoradas en un estilo alpino, con muebles antiguos restaurados, paredes de madera y balcones con vista panor&aacute;micas.&nbsp;
Si hubiera que usar una sola palabra para describir el Milleluci ser&iacute;a acogedor, pues todos los ambientes, desde las habitaciones a los lugares comunes, con sus amplios sillones de chintz y sus grandes ventanales, invitan a quedarse y deleitarse con la vista.
Pero adem&aacute;s, el hotel tiene algunas caracter&iacute;sticas que lo hacen muy especial.&nbsp; Adem&aacute;s de su staff femenino, muy amable y siempre disponible, el hotel dispone de un spa con hammam, jacuzzis interior y exterior, un gimnasio completamente equipado, una sala de relax &ndash;todo con vistas panor&aacute;micas a las monta&ntilde;as&ndash; y la posibilidad de reservar masajes profesionales. Cuenta tambi&eacute;n con una piscina exterior, abierta desde junio a septiembre, ideal para relajarse en los d&iacute;as de verano.

El desayuno es otra de ellas ya que ofrece una espectacular mesa de tortas y masas adem&aacute;s de pan y dulces caseros, embutidos y quesos locales. Las cr&iacute;ticas de los pasajeros que han pasado por ah&iacute; coinciden en afirmar que es uno de los mejores desayunos que hubieran probado en un hotel, muy por encima de lo habitual y no podemos menos que coincidir.&nbsp; Y, un detalle particularmente simp&aacute;tico: varios tipos de tortas est&aacute;n disponibles en el bar las 24 horas de manera gratuita para los clientes.
Si bien el hotel a&uacute;n no dispone de restaurant (aunque pronto abrir&aacute; uno) propone una exquisita tabla de quesos y fiambres para aquellos que no deseen salir a comer.
Asimismo, para los que lo visitan en invierno y desean esquiar, el hotel est&aacute; a 1.5 km del Aosta-Pila, el remonte m&aacute;s cercano, y para los turistas estivales, se encuentra muy cercano a senderos para caminatas, bicicleta de monta&ntilde;a y monta&ntilde;ismo y, por cierto, del centro de la ciudad, sus restaurantes y tiendas.

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